Saturday, July 26, 2008

Melodías de la infancia.

Mary Moreno y yo paseábamos a nuestras perritas por el jardín comunal que se encuentra frente al estudio, en donde en ese momento había varios niños y niñas jugando y paseando con sus bicicletas. Momentos antes de salir de la casa, estaba escuchando unas canciones de Cri-Crí que Mary me había pasado, y la verdad, se me salieron algunas lágrimas, pues me recordaron cosas bonitas de mi infancia.



Al ver a los niños me vino a la mente si alguno de ellos conocería a este fabuloso músico y compositor; si sus papás se los habrían presentado y qué reacción habrían tenido hacia su música.



Creo que todos estamos de acuerdo en que los niños de ahora ya no son como lo éramos antes: ahora son más despiertos y comprenden muchas cosas mucho más rápido: se ve en sus ojos una chispa muy especial de picardía e inteligencia. Precísamente por eso, los niños son más propensos a caer en el consumismo y en el ruido mental con el que nos bombardean todos los días.








El mundo gira cada vez más rápido, las exigencias de la sociedad y de la vida moderna han hecho que olvidemos aquellas cosas sencillas, preciosas, que importan.


Siento que antes había mucha más inocencia y nos maravillábamos de muchas más cosas, apreciábamos la belleza de la simplicidad... Si, definitivamente los tiempos han cambiado y no necesitamos llegar a viejos para poder apreciarlo.
Las canciones de Don Francisco Gabilondo Soler, Cri-Crí hablan de ellas, recordándonos lo que es vital en esta vida.










El Grillito Cantor nos mostró la maravilla de la ilusión; con sus acordes y notas dignas de los músicos de alta talla, nos introdujo sin saberlo al reino de la sensibilidad acústica, utilizando los diversos ritmos del interminable repertorio de los géneros musicales para hacernos degustar con los oídos aquellas cosas increíbles que permanecen ocultas.








Amigos, si alguna vez fueron al mercado con la patita, platicaron con el ratón vaquero, se hicieron amigos de la muñeca fea o se bañaron en el mar con la negrita cucurumbé, enséñenle a sus hijos ese tesoro, compartan con ellos ese mundo de la fantasía; no tengan pena ni miedo de que los tiren de a locos... los tiempos han cambiado, pero el espíritu del hombre no, y este necesita buen alimento para poder crecer. Recuerden que nosotros también fuimos niños (y algunos aún lo somos), siembren en ellos esa memoria histórica para que no se pierda, pues como decían nuestros abuelos: "Recordar es vivir"



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