Saturday, September 02, 2006

Recuerdos de la infancia.

Muchos nos preguntan cual es la fuente de nuestra inspiración cuando creamos historias, personajes, etc.
En gran medida estos vienen de las experiencias personales; todo aquello que sucede en la vida cotidiana y que nos ha marcado profundamente, como es el caso de los recuerdos de la infancia.
Pocos pero luminosos fueron los momentos que atesoro de esa época, y quiero compartirlos con ustedes:

Los primeros años de mi infancia transcurrieron en la Colonia Estrella, en la calle de Coral. Recuerdo que era un edificio de departamentos muy grande y que daba la impresión de haber sido construido por etapas, pues la arquitectura cambiaba de un departamento a otro. En él pasaban cosas bastante extrañas, y decían que ahí espantaban pues antiguamente había sido una fábrica de refrescos en donde continuamente sucedían accidentes fatales. Si esto es cierto o no, tal vez jamás lo sepa, pero sí daba mucho miedo pasar por ciertos lugares.



En esos mismos departamentos vivía mi abuela y afortunadamente para mi, podía huír a su casa cuando las cosas se ponían feas con mi familia. Era un refugio seguro para una niña de cinco o seis años: siempre con un repertorio interminable de golosinas desde dulces de cereza y paletas tutsi hasta la tradicional capirotada que a ella le salía bastante bien. Su casa era pequeña pero cómoda, muy tranquila y llena de los recuerdos de su vida.




En una pequeña vitrina con puertas de cristal, guardaba cosas que eran muy preciosas para ella: una hermosa muñeca japonesa que me encantaba, una cajita de música con una extraña melodía oriental, libros de novelas policiacas, de terror y fantasía, enciclopedias con animales y paisajes de todo el mundo y, colgada en la pared, una foto de un par de geishas sentadas en lo que ahora sé que era un jardín de arena zen. Con mis fantasías de niña, veía la foto de estas damas y me parecía que me sonreían. Incluso llegué a pensar que una de ellas se parecía a mi mamá. Años después heredaría algunas de estas cosas, las cuales - me duele decirlo- se perdieron por diferentes razones.






Otra de nuestras actividades favoritas era los fines de semana, cuando los seis miembros de la familia: papá, mamá y cuatro hijos, hacíamos un recorrido desde nuestro hogar hasta el cercano Cine Lindavista en donde se proyectaban casi exclusivamente películas de los estudios Disney. Recuerdo que ahí vi por primera vez la Bella Durmiente, Blancanieves, Cenicienta, Cupido Motorizado y otras películas clásicas de Disney. Después de cada función, cerca de las siete u ocho de la noche, la tropa entera se dirigía hacia los tradicionales churros con chocolate o al café de chinos, en donde nos esperaba un delicioso vaso gigante de café con leche o chocolate para los niños y unos bisquets tamaño gigante.



Es increíble como las cosas vistas y vividas con el alma pura e inocente pueden disfrutarse y durar hasta el final de los días; este es el espíritu que como artistas deseamos no solo compartir si no transmitir a todo aquel que lea nuestra obra y se divierta con ella.

2 comments:

Arkbeth said...

Desafortunadamente el Cine Lindavista fue remodelado, el castillito desapareció, cuando se convirtió la propiedad en una especie de capilla de Juan Diego. Tiempo después se derrumbó todo, de manera que ahora sólo queda el muro frontal.

Korkuss said...

Muy buen blog, me gustó mucho. Espero estar de nuevo por aquí. Un saludo enorme!!!!