Sunday, August 06, 2006

Cómo conocí a la banda K! (Primera Parte)

Corrían los años ochenta y lo que más recuerdo con agrado de esa época son las caricaturas, la última salida de viaje a Veracruz y la adquisición de mi primer ejemplar de Karmatrón y los Transformables. Irónicamente fue mi hermana quien nos lo regaló a mi hermano más pequeño y a mí, y digo irónicamente por que llegado el momento, surgió una fuerte polémica no solo entre nosotras si no a nivel familar debido al contenido espiritual del cómic; pero esa es otra historia...



Recuerdo que fue el número cuatro de la ahora era clásica del cómic. Yo tenía 12 años y me encantó el dibujo y la historia que presentaba, sobre todo por que a esa edad yo ya era una asidua devoradora de libros, comenzando con la saga completa de El Señor de los Anillos, la cual dicen por ahí, es una lectura muy pesada para cualquier niño... Aunque lo mismo decían de Karmatrón.

El cómic fue un santuario en donde las turbulencias de la vida en una familia disfuncional podían ser olvidadas, dándote la oportunidad de soñar con las aventuras de Zacek y compañía, viajando a mundos maravillosos y compartiendo, sin saber, un poco del espíritu de su autor, Oscar González Loyo.



La primera vez que hice contacto un poco más directo con él fué cuando en una carta que mandé a la editorial -con todo y dibujo el cual fue publicado, dicho sea de paso- anexé el número de teléfono de mi casa y ¡qué sorpresa el recibir la llamada!
La verdad ya ni siquiera recuerdo cual fue el tema de conversación pues estaba super nerviosa, lo que sí recuerdo es que cuando colgué me puse a brincar como chapulín por toda la casa ante el asombro de toda mi familia.



Los siguientes fueron años muy grises y difíciles, sobre todo por que el boicot de las distribuidoras evitó que siguiera consiguiendo mi número semanal de Karmatrón, quitándome uno de los más importantes santuarios de paz y tranquilidad en donde podía refugiarme. Muchas cosas sucedieron es esa época que me dejaron marcada, muchas penurias y sufrimiento pues no encontraba un lugar al cual pertenecer, hasta que en 1993 redescubrí mi olvidada colección de Karmatrón, algunos de los números más antiguos deshojados y maltratados; pero que me hicieron recordar las aventuras que tuve en ese mundo maravilloso cuando era niña y cómo fue que perdí esos recuerdos y sentimientos, sacrificados por la madurez de una vida que te obliga a dejar de soñar. Al leer uno de los últimos números de mi colección, encontré uno de los tantos anuncios en donde Oscar nos pedía su apoyo para que la revista pudiera continuar, y decidí que sería increíble poder ayudar a que Karmatrón resurgiera. Juntando todos mis dibujos ( en esa época me gustaba mucho dibujar) y acompañada de mi hermano menor, nos decidimos a emprender la aventura, disfrazados de "tacuche", bien peinaditos y perfumados, pues no deseábamos dejar una mala impresión en nuestro primer encuentro en persona con Oscar y Karmatrón.
A decir verdad, la mala impresión vino después, cuando entramos en confianza y nos deschongamos... ¡Ja, ja! ¡No es cierto! (¿¿¿ O Siii ???).

continuará...

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