Siempre me han gustado las plantas y las flores desde que era niña, en particular los pensamientos. No sé por qué pero estas pequeñas flores de colores vivos me parecen muy bellas, especiales.
Hurgando un poco en el significado de la flor, resulta que se la relaciona con los recuerdos, el amor a primera vista y hasta la trinidad. Para no hacerles el cuento largo, desde hace algún tiempo tenía ganas de conseguir una plantita de estas para adornar mi pent house, y resulta que inesperadamente alguien me regaló unas semillas. Fué una gran sorpresa y una lección: las cosas que deseas pueden llegar de manera inesperada, del lugar o la persona que menos te imaginas.
Bien, pues me dí a la tarea de sembrar las semillas. Como no tenía un semillero adecuado, se me ocurrió utilizar la tapa de plástico en la que vienen empaquetados los huevos, les hice un agujero a los conitos, planté dos semillas en cada compartimento con tierra y... ¡germinaron!
Es maravilloso ver a las plantitas como crecen cada día, las riego y platico con ellas todas las mañanas para que sientan el cariño. Cuando estén listas, quiero plantar algunas en la jardinera que hay en mi ventana y otras regalarlas a toda mi familia y amigos.
Creo que el mejor regalo que puedes dar es aquél que produces con tus propias manos, por que en ellos se encuentra contenida parte de tu alma. ¡Es como regalar pedacitos de tu corazón!
